Cuando me pidieron que escribiera algún articulo relacionado al lema “Sirviendo con la verdad a nuestras generaciones”; Me tuve que hacer la seria pregunta: ¿Como puedo realmente hacerlo? No encontré otra respuesta que satisficiera mi inquietud la más que «evangelización». Bien podemos hacer muchas buenas obras y trabajar arduamente en proyectos…pero al final. Nada esto es de valor eterno.
Invitar a las generaciones a conocer Su Verdad, es la mejor forma de “servir” de manera trasformadora. Todos sabemos que Evangelismo es una responsabilidad ineludible de todo cristiano, algo de lo cual no podemos desentendernos. Pero esta interrogante me obliga a reconocer que los tiempos han cambiado y que cada día las formas de llevar el evangelio al prójimo se vuelven más y más intimidantes. La tecnología, las divisiones religiosas, culturales, generacionales y la presión social son algunas de las múltiples razones que nos intimidad, nublan el panorama y aun nos llevan a tirar la toalla antes de tiempo. Ha veces se nos hace más fácil enviar misioneros a áreas remotas, que hablarle de Dios a nuestro vecino por temor a represarías o no ser aceptados. Llegue a la conclusión que esto sucede cuando olvidamos que el poder está ÉL, y nunca en nosotros.
Dios no ha llamado a sembrar la semilla en el corazón de esta generación. Esta semilla de verdad debe estar acompañada por empatía, un genuino amor y creatividad, apartado la vara de juicio de la ecuación. Si queremos dejar una huella en nuestra generación debemos eliminar de nuestra mente aquellos paradigmas que nos impiden tener compasión y adaptarnos a los tiempos. Una forma de impactar las generaciones es nuestro testimonio.
Como nos comportemos, hablemos y nos conduzcamos, es la mejor manera de anunciar “mi evangelio” e impactar a los que están a nuestro alrededor. El evangelio es un mensaje que no sólo debe ser trasmitido, sino debe ser experimentado y vivido.
Recordemos que la responsabilidad inexcusable de todo cristiano es evangelizar. Para que esto suceda el evangelio primero tiene que ser real y vivo en mí. No puedo trasmitirlo, no puedo anunciarlo, si es que no lo vivo en mí.
Debemos hacerme eco de su mensaje transformador y ser portador constante de sus Buenas Nuevas. Procuremos sembrar en todo tiempo el resto se lo dejamos a Él.
Salmos 102:18 Esto se escribirá para las generaciones futuras; para que un pueblo aún por crear alabe al SEÑOR.
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